La metamorfosis
«No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente» (Romanos 12: 2, NVI).
En 1912, Franz Kafka escribió su novela La metamorfosis, donde narra las vicisitudes del joven Gregorio Samsa. El problema de Gregorio comenzó cuando un día despertó siendo un insecto. Sorprendido por su estado, decidió no salir de su habitación. Y aunque su familia y su jefe insistían en que les abriera la puerta, Gregorio se negaba a hacerlo.
Después de un largo intercambio de palabras, Gregorio abrió la puerta. Cuando su jefe lo vio, se llevó «la mano a la boca [. . .], y retrocedía como si una mano invisible lo empujara. La madre […] primero miró al padre con las manos unidas, implorantes, luego dio pasos en dirección a Gregorio para en seguida derrumbarse en un remolino de faldas. El padre, con expresión hostil, apretaba los puños, como si quisiera empujar a Gregorio de vuelta a la habitación» (pp. 45, 46). Nadie quiso ver de cerca tan repugnante cuadro. Finalmente, abandonado por sus propios familiares, Gregorio exhaló un débil y último suspiro. Murió siendo un insecto.
¿Sabías que con la entrada del pecado, el ser humano experimentó la mayor metamorfosis que alguna vez haya ocurrido en el universo? ¿Qué haría Dios al saber que sus hijos se habían transformado en algo que el universo detestaba? ¿Tomaría la misma actitud que adoptó la familia de Gregorio Samsa?
El Señor no se quedó de brazos cruzados; se propuso revertir la obra del diablo y llevar a cabo otra metamorfosis. Refiriéndose a ello, el apóstol Pablo escribió: «No se amolden al mundo actual, sino sean transformados mediante la renovación de su mente» (Romanos 1Z: 2, NVI). Hay dos cosas que necesitamos: no conformarnos y ser transformados. No hay muchas opciones: o te conformas a tu estado de insecto, o decides ser transformado en algo mejor. Precisamente la palabra griega que ha sido traducida como transformados en Romanos 12: Z es metamorfusthai. Dios quiere producir una metamorfosis en nosotros y transformarnos en nuevas criaturas.
¡Cómo ocurrirá esa transformación? A veces suponemos que iniciará por fuera; pero Pablo habla de una transformación de nuestra mente. En otros palabras, nuestra metamorfosis espiritual debe ocurrir, primero que nada, en nuestro interior. No tienes que conformarte con tu condición; si acudes a Jesús, él podrá transformarte.
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