Jairo
En esto llegó un hombre llamado Jairo, que era un jefe de la sinagoga. Arrojándose a los pies de Jesús, le suplicaba que fuera a su casa, porque su única hija, de unos doce años, se estaba muriendo. Lucas 8:41, 42.
Nadie esperaba que Jairo hiciera lo que hizo. Es más fácil pensar en el jefe de la sinagoga hablando mal de Cristo que arrojándose a sus pies. No sabemos si él creía en el Maestro o si estaba tan desesperado que se animaba a cualquier cosa, incluso buscar la ayuda de aquel autodenominado profeta. Lo cierto es que, por la razón que fuese, lo encontramos a los pies de Jesús, suplicándole que fuera a su casa.
Tengo una hija de doce años. Me coloco en el lugar de Jairo, y me veo, sin ninguna dificultad, a los pies del Maestro, suplicándole que salve a mi pequeña. El punto que me diferencia de aquel padre de Capernaúm, es que yo no soy ningún jefe de ninguna sinagoga.
Para buscar a Jesús, Jairo tuvo que dejar sus principios religiosos. ¿Entiendes la dificultad? Jairo dio un paso que hasta hoy es difícil que las personas se animen a dar: abandonar lo que creo, desde hace algún tiempo (años, décadas…) y elegir a Cristo. No es fácil. Es dejar todas las tradiciones familiares, es ser abandonado por un círculo de amigos; en el caso de Jairo, era dejar de ser respetado por sus vecinos. Fue el paso que Nicodemo y José de Arimatea no se animaron a dar en su momento.
Ser discípulo de Jesús puede significar ese tipo de pérdidas. ¿Estás dispuesto? Observa que no estoy hablándote de ir a la iglesia ni de participar del coro de jóvenes; te estoy diciendo algo mucho más abarcador y profundo: ser discípulo de Jesús. Esta decisión te puede costar familia, amigos, vecinos, estatus, iglesia. ¿Qué eliges?
Jairo dejó de lado su posición social, abandonó su actitud de personaje todopoderoso, para mostrarse como un ser humano necesitado de ayuda. Dejó de enseñar, para aprender. Dejó de animar, para ser animado. Todo lo que había construido en su vida lo dejó a los pies de Jesús, para conseguir el milagro definitivo.
Tomado de: Lecturas devocionales para Jóvenes 2014
“365 Vidas”
Por: Milton Betancor
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