Los sabios de oriente
Luego Herodes llamó en secreto a los sabios y se enteró por ellos del tiempo exacto en que había aparecido la estrella. Mateo 2:7.
Si la vergüenza diera premios, los religiosos del pueblo de Israel de la época ganarían el primero. Gente de Oriente, y cuando la Biblia dice “oriente” significa “lejos”, llega a Jerusalén y anuncian a los eruditos, estudiosos, religiosos y comprometidos (¡vaya uno a saber con qué!) que la hora del nacimiento del Mesías había llegado.
¿Será necesario que gente de “lejos” de la iglesia, “lejos” de la Biblia, “lejos” de Cristo tenga que venir a enseñarnos lo que está pasando en el calendario de Dios? Quizá no sea en cuestiones proféticas, pero en varias otros aspectos de la vida cristiana la gente de “lejos” está tomando nuestro lugar y anunciando al mundo qué es lo correcto. Nosotros, como los eruditos judíos, calladitos, pensando en otra cosa.
Herodes los llamó en secreto, y por ellos consiguió enterarse de lo que estaba pasando. Se enteró con exactitud, con detalles, porque aquellos sabios de lejanas tierras tuvieron la suficiente humildad de mirar al cielo y encontrar la estrella. Mientras no hagamos más que mirarnos el ombligo es imposible que veamos ninguna estrella; lo máximo que conseguiremos ver será la punta de nuestros zapatos. Con la vista puesta en nosotros mismos, difícilmente llegaremos demasiado lejos.
Los eruditos y los líderes de la época rodeaban a Herodes (el representante del poder extranjero)… y pensaban en otra cosa. Sabían de memoria algunos versículos, por ejemplo, el que profetizaba el lugar de nacimiento del Mesías, pero para ellos eran palabras vacías, que venían escuchando desde que eran niños.
Sus abuelos, sus padres, sus familiares y vecinos repetían aquellas mismas ideas, mencionaban a los mismos profetas, señalaban las mismas profecías; pero nada de eso formaba parte de su vida real. Eran informaciones teóricas que servían para un día a la semana, en la sinagoga, cuando se disfrazaban de santos. O cuando, en su función de maestros, repetían las informaciones que las antiguas profecías daban.
¿Te sientes, de alguna manera, cerca de esos personajes? ¿Cuánto tiempo hace que repites vanamente versículos que no te dicen nada? ¿Cuán cercana a tu vida real es la Biblia que dices estudiar?
Mientras tu religión sea solo teórica, nunca conseguirás encontrar la estrella que Dios dibujó para guiarte.
Tomado de: Lecturas devocionales para Jóvenes 2014
“365 Vidas”
Por: Milton Betancor
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