Josías
Tal como lo hizo en Bet-el, Josías eliminó todos los santuarios paganos que los reyes de Israel habían construido en las ciudades de Samaria, con los que provocaron la ira del Señor. 2 Reyes 23:19.
Siendo apenas un niño de ocho años comenzó a reinar, y a lo largo de su vida hizo exactamente lo que agradaba a Dios. ¿Cómo consiguió ser una persona íntegra, siendo el hijo de Amón? La respuesta es la misma siempre: más allá de las influencias, tu vida religiosa es una cuestión de decisiones personales.
En el año 18 de su reinado, cuando tenía veintiséis años, ordena la reconstrucción del Templo. Hacer las cosas bien no tiene relación con la edad, solo es una cuestión de prioridades.
En ese proceso de reconstrucción, netamente “material”, el sumo sacerdote encuentra el libro de la ley, se lo leerán al rey, y este hecho tendrá un efecto “espiritual”.
Tu religión no puede ser apenas una cuestión a ser tratada dentro del templo en los momentos de adoración colectiva. Tu religión necesita abarcar todos los aspectos de tu existencia; debe llegar a tus clases, a la cancha, a tu trabajo, a tus amistades, a tu dormitorio. Menos que eso, es empequeñecer al Dios que dices adorar.
Frente a la lectura de la ley, Josías reconoce el pecado histórico de su pueblo. Por más que le duele el corazón, y lo demuestra rasgándose las vestiduras, no se queda inactivo, lamentándose por lo que no se hizo. Busca la palabra y el consejo de Dios a través de la profetisa Hulda.
Cuando nos equivocamos, no ganamos nada arrinconándonos en la esquina oscura de nuestro pecado y lamentándonos porque no tenemos fuerzas para salir. El enemigo de Dios nos intenta detener en ese espacio de pecado, haciéndonos sentir que “ya está, tú eres así… esa es tu historia”.
Josías nos enseña que cuando nos descubrimos en pecado, lo que debemos hacer es arrepentirnos y buscar el consejo y la fuerza que Dios nos ofrece. El cristiano puede llegar a caer, pero no puede quedarse tirado.
Josías realizó un proceso de reforma como hacía décadas no se vivía. Destruyó todos los lugares y a todas las personas que podían ser una influencia negativa para la vida espiritual del pueblo, y termina el proceso de limpieza y de reavivamiento celebrando una Pascua en honor al Señor. Dios quiere que tu relación con él termine en celebración, alegría y adoración eterna.
Tomado de: Lecturas devocionales para Jóvenes 2014
“365 Vidas”
Por: Milton Betancor
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