Hay un solo plan: de salvación
Diles: Vivo yo, dice Jehová el Señor, que no quiero la muerte del impío, sino que se vuelva el impío de su camino, y que viva. Volveos, volveos de vuestros malos caminos; ¿por qué moriréis, oh casa de Israel? Ezequiel 33:11.
Nuestro texto de reflexión para hoy es uno de los más categóricos en cuanto a demostrar el deseo de Dios de que nadie se pierda, sino que todos sean salvos: Dios no quiere la muerte del pecador, sino que este se dé cuenta de la maldad y de lo autodestructivo de una vida de pecado, y que se convierta de sus malos caminos.
La Biblia abunda en textos que nos hablan de la universalidad del ofrecimiento de Dios para que seamos salvos:
“Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna” (Juan 3:16). Nota que estas palabras de Jesús nos hablan del amor universal de Dios: “de tal manera amó Dios al mundo”, y no solamente al pueblo de Israel o a unos pocos privilegiados del resto de la humanidad.
San Pablo también nos habla de este amor salvador universal: “Porque esto es bueno y agradable delante de Dios nuestro Salvador, el cual quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al conocimiento de la verdad” (1 Tim. 2:3, 4; el énfasis es mío). “Esperamos en el Dios viviente, que es el Salvador de todos los hombres” (1 Tim. 4:10; el énfasis es mío). “Porque la gracia de Dios se ha manifestado para salvación a todos los hombres” (Tito 2:11; el énfasis es mío).
Por eso, Dios, por medio de su profeta Ezequiel, hace una pregunta que desnuda la locura, lo absurdo, la sinrazón del pecado: “¿Por qué moriréis?” No hay razón alguna suficientemente valedera para elegir una vida de rebelión contra Dios, de egoísmo y maldad. Seis mil años de la dolorosa historia del “terrible experimento de la rebelión”, con sus funestas consecuencias, nos tendrían que convencer de la locura de esta enfermedad mortal llamada pecado. Realmente, no hay motivo para preferir el plan de Satanás antes que el plan de Dios, solamente basado en el amor, la bondad y la verdadera felicidad. Porque, como diría un amigo, solo hay un plan: de salvación.
Tomado de: Lecturas devocionales para Jóvenes 2015
“El tesoro escondido” Por: Pablo Claverie
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